miércoles, 14 de diciembre de 2011

El farsante más refinado (cuarto acto)

En los 80, con traje, corbata, tupé y de rubio, Bowie se nos muestra otra vez como simplemente Bowie: un dinosaurio que se dedica a hacer discos comerciales y a ganar mucho, muchísimo dinero. Su nuevo personaje –como el Jay Gatsby de El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald, que es respetado por su gran fortuna y elegancia, pero que provoca recelo por su turbio pasado– levanta rechazos quizá porque se está interpretando a sí mismo. Pero parece que nunca se le agota el talento: Let’s dance (1983) es un buen disco, con Nile Rodgers, de Chic, a la producción, que le transforma canciones acústicas en éxitos inmediatos. Tonight (1984), a pesar de lo flojo que es, contiene Loving the alien, Blue Jean y una apasionada versión de God only knows, de The Beach Boys. Y Never let me down (1987) sería muy buen disco si los arreglos y la producción no fueran tan A.O.R. (Adult Oriented Rock, rock para adultos) y si fuera menos explícito en sus intenciones lucrativas.
Fin del cuarto acto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario